Usos y Costumbres Judias
Agasajar un HuespedDISGUSTA COMER
SOLO
Es una parte de la etiqueta oriental el
querer compartir con otros la hospitalidad.
Después que una comida ha sido preparada, se
ha oído a un árabe llamar tres veces, desde
una parte alta, invitando a los hombres a
venir a participar de una comida. Los
hombres del desierto no gustan de comer sus
comidas solos. Así sentía el patriarca Job
en su tiempo: "Y si comí mi bocado solo, y
no comió de él el huérfano" (Job 31:17).
Huéspedes que se creyó enviados por Dios.
Los orientales creen que la persona que
viene a su casa es enviada por Dios. Así su
hospitalidad se transforma en una obligación
sagrada. Cuando alguna de estas personas
agasajó a occidentales, estaba tan feliz que
lloraba lágrima5 de contento porque "El
cielo le había enviado tales huéspedes".
Cuando Abrahán agasajó a tres extranjeros
que eran ángeles, él mostró la misma
actitud. Su entusiasmo al recibir sus
huéspedes indicaba su creencia, que aquellos
a quienes iba a agasajar le habían sido
enviados por cl Señor. Se dice que "corrió a
su en encuentro" que se apresuró al pabellón
de Sara para ordenarle hiciera el alimento
pronto; y que "corrió al rebaño", y "tornó
un becerro", y se apresuró a aderezarlo
(Gcn. 18:2-7).
CLASES DE HUESPEDES
Amigos como huéspedes.
Un amigo es siempre bien recibido y goza
de hospitalidad en oriente. Los romanos del
tiempo del Nuevo Testamento tenían una señal
de hospitalidad entre sus amigos, que
consistía en una teja de madera, o piedra,
que se dividía por mitad. Cada uno escribía
su nombre en uno de tus pedazos, luego los
cambiaban entre sí. Con frecuencia éstos
eran guardados y entregados de padres a
hijos. El presentar una de las partes de la
teja garantizaba la hospitalidad de un amigo
sincero. Sin duda alguna, el libro de
Apocalipsis se refiere a esta costumbre como
una de las promesas a los vencedores: "Y le
daré una piedrecita blanca en la piedrecita
un nombre nuevo escrito'' (Apoc. 2:17).
Extranjeros como huéspedes. Hay en Oriente
un proverbio que dice: "Los árabes beduinos,
actuales. como Abraham, se sentarán a la
entrada de su tienda para estar a la
expectativa de huéspedes extranjeros" (Gen.
18:1). El Apóstol bajo inspiración, mandó
referente a la hospitalidad de este tipo de
huéspedes: "No olvidéis la hospitalidad,
porque por esto algunos, sin saberlo,
hospedaron ángeles" (Heb. 13:2). Y cuando
Pablo exhortó a los creyentes romanos a "ser
hospitalarios" (Rom. 12:13), se refería a la
misma cosa, porque la palabra griega que
utilizó por hospitalidad, filoxenía quiere
decir "amor hacia los extranjeros". Véase
también "Hospedar Compañeros-Creyentes en
los tiempos del Nuevo Testamento". (Cap.
13). Un rasgo característico de la
hospitalidad oriental es que algunas veces
se recibe a un enemigo como huésped, y
mientras él permanezca en esa relación, está
perfectamente seguro y es tratado como un
amigo. Hay algunas tribus orientales de los
moradores en tiendas que tienen por regla
que un enemigo que ha "una vez demostrado o
tocado una soga de una sencilla tienda, está
a salvo".
PREPARATIVOS HECHOS PARA HUESPEDES
Entre moradores de tiendas. Si un huésped
es acogido por una persona que vive en
tienda, no habrá lugar separado para él, ni
esperará que lo haya. La primera sección de
la tienda dentro de la morada es por lo
general cl cuarto del huésped que le servirá
como comedor y recámara. Los hombres comen
con los huéspedes en su tienda, donde
Abraham agasajó a sus ángeles huéspedes,
cuando Sara en el departamento de mujeres
adjunto, oyó lo que platicaban. (Gen.
18:1-10). En las aldeas y ciudades. Si en
una aldea no se encuentran cuartos de
huéspedes en comunidad, el huésped es
hospedado en una de las casas y como la
mayoría de ellas sólo tiene un cuarto
sencillo. Ese cuarto le servirá de cuarto de
recepción, comedor y recámara. Este mismo
cuarto hará las veces de apartamento de
recepción de la tienda. En muchas aldeas y
ciudades, se provee una cámara pública para
huéspedes. El alimento para los hospedados
allí, se proporciona por las familias que
proveen el cuarto. Algunas veces se alquila
un sirviente para que cuide del cuarto. El
alojamiento de una persona puede ser un
cuarto superior, o en cl verano la sombra de
algún árbol grande puede servir como tal.
Este cuarto es el lugar de reunión social
para los hombres de la aldea. Al elemento
femenino no se le permite ir a estas cámaras
que sólo son para los huéspedes. Así que si
un hombre lleva a su familia de viaje, no va
a estos lugares públicos de recepción, sino
que espera hasta que alguien le invita a su
casa. En el libro de los Jueces se cuenta de
un levita que viajaba con su concubina y un
sirviente, y cómo fue huésped de un anciano
(Jue. 19:15-21). Como muchas familias
duermen en los terrados en el verano, a los
huéspedes frecuentemente se les da ese lugar
para pasar la noche. Saúl fue hospedado una
noche en él terrado y por la mañana temprano
Samuel le llamó (1 Sam. 9:26). En las
ciudades o donde hay casas de más de un
cuarto, construidas en derredor del patio,
el cuarto de huéspedes comúnmente es el
último del cortijo. Por regla general este
cuarto es más abierto que los otros cuartos
familiares. Este correspondería al diván
levantado en algunas casas de un cuarto, que
sirve como lugar de honor para los
huéspedes. En las casas grandes, se provee
un buen cuarto bien amueblado cerca de la
puerta, para que el huésped no moleste a la
familia. Si hay algún cuarto superior, algún
huésped, distinguido es alojado en él. Al
hombre de Dios se le proveyó un cuarto
semejante como lugar de retiro (2 Reyes
4:10).
COSTUMBRES CUANDO UN HUÉSPED ENTRA EN LA
CASA
Reverencia.
Cuando en un hogar oriental se recibe un
huésped, la reverencia entre huésped y dueño
de la casa se manifiesta. Entre los
orientales esta reverencia se sujetará sólo
a un movimiento de cabeza, pero en Oriente,
hay una costumbre más expresiva de saludarse
con la cabeza erecta y el cuerpo un poco
inclinado hacia delante, levantando la mano
al corazón, la boca y la frente. El
significado simbólico de esta acción es para
decir algo semejante a esto: "Mi corazón, mi
voz y mi cerebro están a vuestra
disposición". Pero aquellos que usan esta
costumbre muchas veces entran en una
reverencia más completa. No esperan hacerlo
sólo a gente de la realeza, sino que cuando
quieren expresar gratitud por un favor, y en
estas ocasiones en que se encuentran, con
frecuencia caen de rodillas, inclinando
luego el cuerpo hasta tocar la tierra con su
cabeza, y besando la parte baja de la
vestidura de la otra persona, o sus pies, y
aun el polvo de sus pies. A los que no que
no conocen esta costumbre, les parecería que
la persona estuviera adorando a otra como se
adora a Dios; pero por lo regular esa clase
de adoración no se implica en la acción. Se
dice que Cornelio adoró a Pedro: "Y como
Pedro entró, salió Cornelio a recibirle; y
derribándose a sus pies, adoró" (Hech.
10:25). Por supuesto, Pedro rehusó, porque
podía ser una adoración divina. Refiriéndose
a los enemigos de la iglesia de Filadelfia,
encontramos en el Apocalipsis estas palabras
del Señor: "He aquí, yo doy de la sinagoga
de Satanás... Yo los constreñiré a que
vengan y adoren delante de tus pies" (Apoc.
3:9). Los revisores tienen una nota al
margen que explica la palabra adoración'' en
ambos textos: "La palabra griega denota
acción de reverencia, ya sea a una criatura
o al Creador" Hay muchos ejemplos en la
Biblia de esta costumbre oriental de
reverencia en varios grados de intensidad
(cf. Gen. 18:2, 3; 23:7, 12; Mat. 18 :26;
Apoc. 19 :10) .. Salutaciones. Cuando un
árabe entra a la casa o a la tienda de un
beduino, las salutaciones son como ésta: el
amo de la posada dirá: "Salam Alakum", que
quiere decir "Paz sea contigo". El huésped
responderá con las palabras: "Wa alakim
es-salam", que quiere decir "Paz sobre ti''.
Sabiendo que estas costumbres árabes datan
de siglos atrás, qué significativas son
entonces las instrucciones de Jesús a sus
discípulos, que serían alojados en ciertos
hogares. En cualquiera casa donde entrareis,
primeramente decid: Paz sea a esta casa, si
hubiere allí algún hijo de paz, vuestra paz
reposará sobre él; y si no, esta, volverá a
vosotros'' (Luc. 10:5. 6). Besos. Los
huéspedes de los hogares de la Tierra Santa,
esperan ser besados al entrar. Cuando Cristo
fue invitado por un fariseo, El comentó en
esa recepción diciendo: "No me diste beso"
(Luc. 7:45). La diferencia entre la forma
oriental y la occidental de saludarse, la
explica una persona que vivió muchos años en
Palestina. "Aquí los hombres se saludan al
encontrarse, pero en Palestina en vez de
hacer así, ponen su mano derecha sobre el
hombro izquierdo del amigo y le besan la
mejilla derecha, después, hacen lo
contrario: ponen la mano izquierda sobre su
hombro derecho, le besan en la mejilla
izquierda. En nuestro país los hombres nunca
se besan en la cara; allí puede verse
constantemente, pero ved cómo la práctica
ilustra las numerosas alusiones de la
Biblia, costumbres que no existen para los
occidentales. Una vez que uno se hace a la
idea de que sus besos corresponden a nuestro
sincero apretón de manos entre amigos e
iguales socialmente, ¡cómo se aclara esa
costumbre que antes estaba velada!" Los
ejemplos bíblicos del beso entre los hombres
pueden multiplicarse. Jacob besó a su padre
(Gen. 27:27). Esaú besó a Jacob (Gen. 33:4).
José besó a sus hermanos (Gen. 45:15). Jacob
besó a los hijos de José (Gen. 48:10). Aarón
besó a Moisés (Ex. 4:27). Moisés besó a
Jetro (Ex. 18:7). David y Jonatán se besaron
(1 5am. 20:41). El padre besó al hijo
Pródigo (Luc. 15:20). Los ancianos de Mileto
besaron a Pablo (Hech. 20:37). Y aun en los
tiempos modernos esta costumbre se practica
mucho en Oriente. Quitarse el calzado. Al
entrar a una casa como huésped, éste debe
hacer como todos los orientales, quitarse
sus zapatos, botas o sandalias antes de
entrar a su cuarto. Esto es necesario, ya
que ellos se sientan en una estera, alfombra
o diván, colocando los pies debajo, y el
calzado estropearía el diván o los lienzos,
y haría un asiento muy molesto. La idea de
contaminación del calzado los llevó a la
costumbre de quitárselo antes de entrar a
los lugares sagrados. Así en la Zarza
ardiendo, el Señor dijo a Moisés: "quita tus
zapatos de tus pies, porque el lugar en que
tú estás, tierra santa es" (Ex. 3:5). Lavado
de los pies. Después de la reverencia, el
saludo y el beso al huésped oriental se le
ofrece agua para lavar sus pies. Si se usan
sandalias, necesariamente se necesita lavar
los pies, pero con frecuencia se hace
también con los que usan calzado. Un
sirviente ayudará al huésped poniéndole el
agua sobre sus pies y sobre una Jofaina de
cobre, frotando los pies con las manos y
secándolos con una toalla. Cuando el Señor y
sus discípulos estuvieron juntos, el
Salvador tomó cl lugar del sirviente,
lavando los pies a los discípulos, lo que
ellos mismos habían desdeñado hacer por
considerarla una tarea humillante. Juan nos
dice: "Levántase de la cena, quitase su
ropa, y tomando una toalla, ciñóse. Luego
puso agua en un librillo y comenzó a lavar
los pies de los discípulos, y a limpiarlos
con la toalla con que estaba ceñido" (Jn.
13:4, 5). Pablo dio como recomendación de
una viuda: "si ha lavado los pies de los
santos" (1 Tim. 5:10). Esta costumbre
también era común en los días del Antiguo
Testamento (Gen. 18:4; 19:2; 23:32; 1 5am.
25:41, etc.). Ungiendo la cabeza con aceite.
Esta costumbre de ungir a los huéspedes con
aceite es muy antigua entre las naciones
orientales. Sólo se usaba aceite de oliva,
algunas veces mezclado con especies. Simón
cl fariseo fue: acusado de falta de
hospitalidad porque no ungió a Jesús (Luc.
7:46). Esto nos indica que la costumbre era
muy común en los días de los relatos
evangélicos. David inmortalizó la costumbre
al escribir el Salmo del pastor y exclamó
"Ungiste mi cabeza con aceite" (Sal. 23:5).
En tiempos recientes los viajeros de Oriente
han descubierto que la práctica de ungir,
aún existe en algunos lugares.
CUIDANDO A UN HUESPED DESPUES DE ENTRAR
Al huésped se le da un vaso con agua. Una
de las primeras cosas que se ofrece a un
huésped que ha sido recibido, es un vaso de
agua. El hacer esto es reconocerlo como
merecedor de una pacífica recepción. Así el
ofrecer agua de beber es la manera más
sencilla de trabar amistad con una persona.
Cuando Eliezer, el siervo de Abrahán buscaba
una bienvenida, él lo hacía pidiendo a la
doncella que vino al pozo a sacar agua (Gen.
24:17, 18). "Ruégote que me des a beber un
poco de agua de tu cántaro". Y ella
respondió "Bebe, Señor mío". Está era la
indicación de que era bienvenido como
huésped en su hogar cercano. Con esta
indicación unida a1 agua ofrecida, la
promesa de Jesús adquiere un nuevo
significado (Mare. 9:41), "Y cualquiera que
os diere un vaso de agua en mi nombre,
porque sois de Cristo, de cierto os digo que
no perderá su recompensa". Se sirve comida
al huésped. En el Oriente, es un acto muy
especial de hospitalidad, el compartir el
pan. Quiere decir mucho más que lo que
significa para los occidentales. Es la
manera de hacer un pacto de paz y fidelidad.
Cuando Abimelec deseaba un pacto permanente
con Isaac, la confirmación de ese pacto
llegó cuando Isaac "les hizo banquete y
comieron y bebieron" (Gen. 26:30). La
expresión "pan y sal" es considerada por un
oriental como sagrada se dice: hay pan y sal
entre nosotros, es como si dijésemos
"estamos unidos por un pacto solemne". Un
enemigo no "probará la sal" de su adversario
a menos que esté listo para reconciliarse
con él. En Siria, en algunos distritos
rurales, actualmente existe la costumbre que
una persona en una misión de importancia, no
comerá pan ni sal de sus hospedados, hasta
que haya cumplido con dicha misión. Piensan
ellos que el convenio de "pan y sal" no debe
considerarse o tomarse en cuenta hasta que
la actitud del hospedador sea conocida con
respecto a la misión del huésped. Así el
siervo de Abraham rehusó comer en la mesa de
Labán hasta que hubiera dado a concocer su
misión que era la de encontrar mujer para
Isaac (Gen. 24:33). El Dr. Thompson,
misionero en Siria, fue en una ocasión
huésped de la tienda de un jefe beduino. El
jefe mojó un pedazo de pan en alguna miel de
uvas y le dio al misionero a comer. Entonces
él le dijo: "Ahora somos hermanos. Hay pan y
sal entre nosotros. Somos hcrmanos y a
liados"'. Cuando los gabaonitas buscaban un
pacto de amistan con Israel en los días de
Josué, se dice que los israelitas "tomaron
de su provisión del camino y no preguntaron
a la boca de Jehová" (Jos. 9:11). Una vez
que celebraron este convenio o pacto, Israel
estaba obligado a guardarlo. El huésped
hecho señor de la casa. Hay por ahí un
proverbio oriental que dice: "El huésped
mientras esté en la casa, es su señor". Esto
es cierto en el espíritu de la hospitalidad
en Oriente. Una de las primeras salutaciones
que los hospedadores en Palestina dan a un
huésped es decirle, "Hadtha beitak", es
decir, "Esta es su casa". Esto es repetido
varias veces. Así el huésped durante su
estancia, es Señor de la casa. Y cuando el
huésped solicita un favor, al concedérselo
su hospedador le dirá: "Ud. me honra". Deben
haber existido las mismas costumbres entre
hospedados hospedador y huésped en los días
de Lot. El hospedador era considerado como
siervo, y el huésped como señor. Así Lot
habló de sí mismo y de sus huéspedes:
"Ahora, pues, mis señores, os ruego que
vengáis a casa de vuestro siervo" (Gen.
19:2). El huésped no debe esperar estar a
solas. Un huésped oriental se creería mal
tratado si se lo dejara solo en cualquier
momento. No necesita que se le dejo solo por
la noche, porque duerme con su ropa puesta.
El se siente contento de tener varias
personas que duerman con él. Si se lo
asignara lugar para dormir en un cuarto
superior, entonces algunos de los hijos de
la familia dormirán con él para hacerle
compañía. El se sentiría abandonado si se le
tratara de la manera que se trata a los
huéspedes en Occidente, de la mima manera
que un occidental, se sentiría oprimido por
las constantes atenciones de un hospedador
oriental. PROTECCIÓN A UN HUESPED En tierras
dc Oriente, cuando una persona acepta a otra
como su huésped por ese sólo hecho el
conviene que a cualquier costo defenderá a
su huésped de cualquier posible enemigo
durante el tiempo de su estancia con él. El
Dr. Cyrus Hamlin, misionero norteamericano
en Oriente, fue huésped del Gobernador. Este
tomó un pedazo de carnero asado y lo dio al
misionero, diciéndole, "Ahora ¿sabe usted lo
que he hecho?" Y contestando a su propia
pregunta, dijo: "Por medio de este acto,
garantizo con cada gota de mi sangre, que
mientras usted esté en territorio mío,
ningún mal le sobrevendrá. Por este período
de tiempo somos hermanos". El salmista se
sentía absolutamente seguro, pues aun cuando
tenía enemigos, sin embargo, cuando él sabía
que el Señor era su hospedador, decía,
"Aderezaras mesa delante do mí, en presencia
de mis angustiadores" (Sal. 23 :5) .
ABUSO DE LA HOSPITALIDAD
Entre las naciones de Oriente se
considera como un pecado horrible que
cualquiera persona que acepta una
hospitalidad se vuelva contra su hospedador
ocasionándole algún mal. Este sentimiento se
remonta a tiempos muy antiguos, y a él se
alude con frecuencia por algunos escritos.
El profeta Abdías hace referencia a este
pecado en la forma siguiente: "Hasta el
término te hicieron llegar todos tus aliados
te han engañado tus edificios, prevalecieron
contra ti los que comían tu parte, pusieron
a lazo debajo ti" (Abd. 7) . El salmista
David habla de este terrible mal, "Aun el
hombre de mi paz, en quien yo confiaba, él
que de mi parte comía, alzó contra mí el
calcañar" (Sal. 61:9 ). Y el Señor Jesús
cita este mismo pasaje en los Salmos al
tener su cumplimiento en la traición de
Judas, el que le entregó, quien además comió
a la misma mesa que él (Jn. 13:18).
RENOVACION DE UN PACTO ROTO
Entre los pueblos orientales, cuando un
pacto ha sido invalidado, pueden renovarlo
los que antes lo habían concertado, comiendo
juntos. Jesús después de su resurrección por
lo menos tres veces comió con algunos de sus
discípulos, y con toda seguridad lo hizo
para renovar el pacto, que había sido
invalidado por la falta de lealtad a El
durante los días de su pasión (cf. Luc.
24:30; 41-43; Jn. 21:12, 13). Tenemos el
ejemplo de Jacob y Labán consignado en el
Antiguo Testamento, cuando sus relaciones
estaban resentidas. Reanudaron su amistad
comiendo juntos, al mismo tiempo que hacían
un juramento. (Gen. 31:53, 54).
LA PARTIDA DEL HUÉSPED
Cuando llega la hora de que el huésped
deba irse, un hospedador sirio hará todo lo
posible por retrasar la partida. Le pedirá
que se quede a comer una vez más, o esperar
hasta la mañana para su partida. En el
capítulo 19 de Jueces tenemos el mejor
ejemplo en la Biblia de la costumbre de
detener a un huésped. El que hospedaba dice
a su huésped: "Conforta tu corazón con un
bocado de pan, y después os iréis". Después
de tomar la comida, le pide que se quede
toda la noche, pero el huésped pensó que era
tiempo de partir y lo hizo luego. Este es un
procedimiento típico de Oriente (Jue.
19:5-10) . Cuando un huésped se va, la
salutación usual es la siguientes el huésped
dirá: "Con vuestro permiso". Y el que lo
hospedó dirá: "Id en paz". Isaac debe haber
usado tal salutación cuando Abimelec y sus
hombres se fueron, después de haber sido
agasajados por Isaac con una comida. Las
Escrituras dicen: "y ellos se partieron de
él en paz" ( Gen. 26 :31). Cuando el que
hospeda quiere hacer un honor especial a su
huésped que se va, irá con él alguna
distancia fuera del pueblo. Algunas veces
este paseo durará una hora, terminando luego
cuando el huésped le ruega no molestarse
más. Así caminó Abrahán con sus huéspedes "y
Abraham iba con ellos acompañándolos" (Gen.
18:16).
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